Ciudad de México.- La hija menor de Andrea Legarreta y Erik Rubín, Nina Rubín, no solo está inmersa en la promoción de su nueva telenovela Mi verdad oculta, sino que ha revelado una faceta artística inesperada: su pasión por el arte del tatuaje.
Con tan solo 18 años, la joven ha comenzado a practicar con el apoyo incondicional de su famosa familia, quienes han ofrecido su propia piel para que la novel tatuadora perfeccione su técnica.
Nina Rubín, quien ha crecido bajo los reflectores pero ha mantenido un perfil discreto, compartió en una reciente presentación de su proyecto televisivo que su interés por el tatuaje va más allá de llevarlos, sino de diseñarlos y realizarlos ella misma.
Para sorpresa de muchos, sus primeros "modelos" no han sido otros que sus padres, Andrea Legarreta y Erik Rubín, además de otros miembros cercanos de su familia.
La joven actriz y ahora artista corporal enfatizó que, por el momento, esta nueva actividad es algo "entre mi familia y yo", y que no se trata aún de un negocio formal, pues entiende la necesidad de obtener las licencias y permisos requeridos para dedicarse profesionalmente.
Sin embargo, su ambición es clara: "en algún futuro sí estaría padre abrir mi estudio". Este enfoque disciplinado, al practicar intensamente con sus seres queridos, muestra la seriedad con la que Nina está abordando este camino artístico.
El apoyo de Legarreta y Rubín no solo es moral, sino físico, al permitirle usar su piel como prueba de su creciente habilidad, demostrando la confianza que tienen en el talento de su hija.
Incluso detalló una curiosa anécdota reciente con su padre, Erik Rubín. La joven reveló que el pasado 30 de octubre, justo antes de que el músico asistiera a la gran fiesta de Halloween organizada por Belinda, ella se encontraba tatuándolo en su habitación.
"Estábamos en mi cuarto y me dice mi papá: 'Quiero que me tatúes', pues estaba la chica maquillándolo de zombie y yo tatuándolo", recordó.
El diseño que le plasmó al cantante fue una profunda frase del famoso astrofísico Stephen Hawking, un detalle que añade un toque intelectual y personal a la experiencia.
Pese a su afición por el arte corporal, la propia Nina solo lleva dos tatuajes discretos: el símbolo Om en la muñeca y una estrella en la espalda.
Finalmente, la entrevista también sirvió para que Nina Rubín abordara un tema que la distingue de otras figuras jóvenes del medio: su aversión a los eventos públicos.
A pesar de haber crecido con una década de trayectoria artística, la joven confesó que las alfombras rojas y las reuniones masivas le "cuestan", pues valora su privacidad y la autenticidad de su círculo íntimo.
"Me gusta mi gente, mis cosas, no me gusta pretender cosas que no son," declaró, señalando que las apariciones públicas son solo una "consecuencia" que acepta de su trabajo.
Su plan ideal, y el favorito junto a su madre, sigue siendo quedarse en casa viendo una serie, un remanso de paz que contrasta con el brillo de los reflectores.
