Ciudad de México.- Las descripciones pueden ser radicales cuando se menciona a José Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido como Pancho Villa, uno de los prominentes guías de la Revolución Mexicana, quien fue asesinado el 20 de julio de 1923 a más de 150 balazos, hace ya 100 años.
En 1920, Villa concluyó sus enfrentamientos y, mediante la firma de un acuerdo con el gobierno, abandonó las armas. Se le otorgó la propiedad de una hacienda llamada", El Canutillo", donde el Centauro del Norte comenzó sus iniciativas de producción y enseñanza.
“He terminado de luchar. Ahora solo quiero vivir y morir aquí en paz”, le dijo al periodista Frazier Hunt.
La creciente ascendencia que Villa aún mantenía, en parte debido al exitoso progreso en "El Canutillo", causó ansiedad entre los líderes de Durango, Chihuahua y el Gobierno central, ya que temían que pudiera buscar una excusa para una rebelión o para incursionar en la esfera política.
En 1923, ya se fraguaban múltiples conspiraciones con el propósito de atentar en su contra. Villa afirmaba que se encontraba bajo" Persecuciones a la sombra", consciente de que no gozaba de la simpatía de políticos, magnates ni militares de la región.
Un grupo de individuos con rencillas personales contra Villa, liderados por el empresario Jesús Herrera, llevó a cabo un complot que culminó con la ejecución perpetrada por un sujeto llamado Melitón Lozoya.
Reclutó a un conjunto de hombres que tramaron emboscar a Villa durante una de sus habituales visitas a la ciudad de Parral, Chihuahua.
El 20 de julio de 1923, Villa conducía su vehículo Dodge cuando en una calle de Parral se desencadenó un intenso tiroteo dirigido hacia él. Más de 150 disparos alcanzaron el automóvil; El Centauro del Norte recibió 14 disparos y falleció de forma instantánea en el sitio.
“El país se sacudió y conmovió, el gobierno de Álvaro Obregón prometió una investigación. Pero la investigación nunca se hizo”, dijo Taibo II al reseñar las reacciones que causó el asesinato del legendario Pancho Villa en Parral.