Pensilvania. – A casi 50 años de haber descubierto un cadáver congelado en una cueva en Pensilvania, las autoridades de aquel estado por fin pudieron identificarlo, y concluyeron que se trata de un hombre que en vida era llamado Nicolas Paul Grubb.
Otros datos descubiertos fueron que el sujeto falleció cuando tenía 27 años, y que era originario Fort Washington, en el condado de Montgomery.
“No hay mejor cierre que dar un nombre a aquellos que no pueden contar su propia historia y asegurarse de que encuentran el camino de vuelta a casa con sus seres queridos. Después de 47 años, John Doe ha sido identificado como Nicolas Paul Grubb”, afirmó la oficina del forense del condado.
De acuerdo con el forense John A. Fielding III, conocer la identificación del cuerpo no fue tarea sencilla, ya que durante todos estos años no había pistas que los llevaran a esta conclusión, ni siquiera con el retrato dibujado que fue difundido recién se halló el cuerpo en 1977.
Esto derivó que los investigadores recurrieran a tecnologías como en análisis de ADN y la genealogía genética para tratar de armar este rompecabezas cuyo protagonista era un joven que había fallecido en medio del invierno salvaje presentado aquel año.
Sin embargo, el factor que impulsó al descubrimiento fue gracias al hallazgo de huellas dactilares que se habían extraviado durante 47 años.
Esto fue enviado al Sistema Nacional de Personas Desaparecidas y No Identificadas, en donde un experto del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) logró determinar a quién correspondía el cadáver.
Nicolas Paul Grubb, quien durante 47 años era conocido como ‘Pinnacle man’, murió a causa de una sobredosis de fenobarbital y pentobarbital.
Tenía el cabello rizado rojizo y ojos azules, además, su estatura rondaba los 1.78 metros y su peso los 70 kilogramos.
Se graduó con honores en 1971, luego de trabajar para la Compañía C, 1/111 de Infantería de la Guardia Nacional del Ejército de Pensilvania.
Su cuerpo había sido exhumado dos veces, y en los últimos 15 años hubo estudios de huellas dactilares y radiografías dentales de al menos 10 personas desaparecidas para compararlas con las de Grubb, pero sin obtener coincidencias.