Monterrey.- Antes de la llegada de los gigantes comerciales climatizados como Fashion Drive o Esfera, la ciudad de Monterrey tenía sus propios símbolos de modernidad y consumo: plazas con pistas de hielo, pasillos subterráneos y cines que eran el punto de encuentro de toda la juventud regia.
Durante la época de los noventa se encontraba La Gran Plaza, que con el tiempo pasó solo quedó como un recuerdo en la memoria de los regios. Aquí te mostramos cómo lucía y porque era tan visitada.
La Gran Plaza: el gigante del comercio de los 90s
Ubicada en pleno corazón de Monterrey, justo bajo la Macroplaza, La Gran Plaza contaba con accesos principales sobre las calles Ignacio Zaragoza y Morelos. Este centro comercial subterráneo se convirtió en uno de los íconos urbanos de las décadas de los 80 y 90, no solo por su localización estratégica en el primer cuadro de la ciudad, sino por la forma en que integraba comercio, entretenimiento y movilidad en un mismo espacio.
Su posición en el centro la volvía un punto de referencia obligado para quienes recorrían diariamente la zona.
¿Qué podías comprar en la Gran Plaza?
Entre sus pasillos subterráneos era común encontrar tiendas de ropa, locales de dulces, arcades y hasta una tienda naturista, lo que la convertía en un espacio variado para familias, jóvenes y visitantes. Su oferta era amplia para la época y respondía a las necesidades de consumo y entretenimiento de quienes recorrían la Macroplaza.
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¿Por qué era especial? La más grande e innovadora de su época
La Gran Plaza destacó por su concepto poco convencional: un centro comercial totalmente subterráneo ubicado bajo la Macroplaza. Esta característica la posicionó como un proyecto innovador para aquellos años, tanto por su extensión como por el aprovechamiento del espacio urbano.
Su diseño, sumado al flujo constante de visitantes, la consolidó como un referente comercial en Monterrey hasta su cierre en 1997.
El cierre de un gran centro comercial
Para finales de los años noventa (1997) gran parte de los negocios que conformaban la Gran Plaza comenzaron a cerrar sus puertas dándole paso a convertirse en una popular “Plaza Fantasma”, hasta que finalmente dejó de operar.
Tan pronto como fue su cierre las instalaciones lucieron con basura, y grafitis en las paredes. Incluso aún en las calles de Ignacio Zaragoza y Morelos se encuentra una señalización que dice “Centro Comercial” y una flecha indicando el subterráneo de la macroplaza.
A pesar de su desaparición, lo que fue un día la Gran Plaza permanece como un símbolo nostálgico entre quienes vivieron la época.
Para muchos regios, representa una etapa de transición en la historia comercial de la ciudad: un puente entre las plazas tradicionales del centro y los complejos actuales que hoy dominan el panorama urbano.
