Colonia.- La determinación de Michel Aebischer, plasmada con una asistencia y un gran gol antes del descanso, marcó decisivamente el partido de este sábado entre Suiza y Hungría, que llegó tarde con un gol de Barnabás Varga.
En el tiempo añadido Breel Embolo amarró un triunfo suizo que puede resultar clave para la configuración final del grupo en este tramo inicial de la Eurocopa 2024.
La goleada de Alemania frente a Escocia (5-1) en el choque inaugural del torneo realzó la dimensión del duelo de Colonia entre húngaros y helvéticos, pretendientes, antes del inicio, de la segunda plaza.
Conscientes de la condición de favoritos, por su carácter de anfitriones pero también por su potencial, del conjunto alemán, las miras del resto de componentes del Grupo A pasan por las otras posiciones que apuntan hacia las eliminatorias de octavos.
De ahí la intensidad y el interés con el que tanto el cuadro de Marco Rossi como el de Murat Yakin se tomaron el cara a cara desde el principio. Y encontró el éxito la selección que más lo buscó. Al menos durante la mayoría de los minutos. Hungría tiró la primera mitad, jugó a tirones, amparada en la inspiración del centrocampista del Liverpool Dominik Szoboszlai, que tuvo una aportación intermitente.
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En el debut en un gran torneo como seleccionador de Murat Yakin fue Suiza la que mostró más ambición y la que se ganó la consideración de aspirante a la clasificación. La idea de Yakin salió como esperaba. Ganó el choque teóricamente clave ante Hungría; después, en la segunda jornada, se medirá a Escocia, ante la que pretende reafirmar su avance a la siguiente fase. Cerrará la ronda de grupos contra Alemania, a la que pretende discutir el liderato de los cuatro.
Asumió la responsabilidad Suiza y cuando Hungría despertó ya tenía el encuentro muy cuesta arriba, con dos goles en contra. Dio un giro de guion con los cambios, varió la idea del choque y hasta cuestionó el triunfo de su rival cuando Barnabás Varga acortó distancias.
El equipo helvético se movió al ritmo marcado por Granit Xhaka, sostenido de medio campo hacia arriba por Remo Freuler, Dan NDoye y Aebischer, columna vertebral helvética, compañeros en el Bolonia, una de las revelaciones de la Serie A.
El contundente arranque de Suiza dio sus frutos. No hubo tregua. Precisa en la presión, abrió la cuenta a los doce minutos en un estupendo pase de Aebischer hacia Kwadwio Duah, que batió a Peter Gulacsi en su salida. Pudo anotar el segundo pronto, ocho minutos después. En un error de Milos Kerkez en un pase a su portero que aprovechó Ruben Vargas pero que desbarató el meta del Leipzig.
La primera aparición en ataque de Hungría llegó en el minuto 40 en una acción a balón parado y un cabezazo de Willi Orban, al centro, detenido por el meta Yann Sommer. La diferencia estaba en el acierto. Lo tuvo Suiza justo antes del intermedio.
En otro gran error defensivo, en cadena, del cuadro de Marco Rossi. Xhaka encontró a Remo Freuler, que centró a Aebisher que, desde el borde del área, ejecutó un preciso disparo imposible para Gulacsi.
Desnivelado notablemente, con dos goles, Suiza afrontó con cierta relajación el choque tras el intermedio, aunque pudo sentenciar en la primera acción de la segunda parte con un balón que echó fuera Kwadwio Diah.
Pero todo cambió a partir de la hora de juego. Con los cambios y mayor aceleración y atrevimiento, Hungría se dio cuenta de que el partido podía ser suyo. Varga amenazó primero en un centro de Roland Sallai que cabeceó fuera por poco. Y en el 66 no perdonó. Sallai encontró a Dominik Szoboszlai. El centrocampista del Liverpool fue preciso. Mandó un buen pase al área. Apareció Barnabás Varga, que se anticipó a Abebischer para marcar y estrechar el resultado.
El partido se abrió. Hungría apretó y Suiza cambió de estrategia. Desgastada físicamente, jugó con el tiempo y con la urgencia del rival. Con el partido abierto también pudo sentenciar, aunque el triunfo permaneció en el aire.
Gulacsi salvó la sentencia en un córner y bajo palos Marton Dardai sacó el balón en una contra. Pero nada pudo hacer Hungría para evitar el tercero y la sentencia, que llegó en un saque largo de Yann Sommer seguido de una indefinición de Willi Orban que aprovechó Breel Embolo para elevar el balón sobre la salida del portero y sentenciar la victoria helvética.