Monterrey.- El Clásico Regio de Leyendas dejó de ser un simple partido nostálgico cuando, en pleno segundo tiempo, los ánimos se encendieron al grado de provocar un conato de bronca que recordó que entre Tigres y Rayados la rivalidad no conoce de edades. El juego, que se disputó en el Estadio Borregos, dejó momentos de calidad, pero también un cruce de empujones que terminó con dos expulsiones y una tribuna encendida.
Así fue la bronca: empujones, jalones y hasta caricias
Todo comenzó cuando Jesús Zavala, quien ya cargaba con el orgullo rayado tras haber anotado el último gol en la historia del Tecnológico, se enganchó con Israel Jiménez, histórico lateral de Tigres. Un choque en el último tercio derivó en empujones y gritos, elevando la tensión en el juego que hasta ese momento tenía dominio albiazul.
A la escena se sumó Luis “Felipín” García, exjugador de Tigres, quien buscó defender a su compañero "Piloto" Jiménez y terminó metido en la riña.
Los reclamos y jalones no pasaron a mayores, pero el árbitro no dudó en mostrar dos tarjetas rojas, una para Israel Jiménez y otra para Felipe García, mientras que Jesús Zavala, protagonista inicial del roce, se mantuvo en la cancha.
Walter Ayoví, el reflejo de la intensidad rayada
La intensidad no era nueva. Minutos antes, Walter Ayoví ya había protagonizado reclamos enérgicos al árbitro por algunas faltas que consideraba injustas.
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El otrora capitán albiazul no dudó en levantar la voz, demostrando que el carácter competitivo sigue intacto, incluso en un partido que en el papel era benéfico, con recaudación a favor de los bomberos.
Durante el encuentro también hubo choques físicos y entradas con fuerza que hicieron olvidar por momentos que era un juego de exhibición. La pasión se desbordó tanto en el campo como en la tribuna, donde la afición no paró de alentar tras el incidente.
El impulso para Rayados tras la bronca
Lejos de enfriar el juego, el conato de bronca avivó el ánimo rayado, que tras el altercado buscó con más insistencia el empate. Tigres ya ganaba con gol de Lucas Ayala, y aunque el marcador no cambió, la intensidad se mantuvo hasta el silbatazo final.
El Clásico Regio de Leyendas terminó con abrazos y sonrisas, pero también con la certeza de que, aunque los años pasen, la rivalidad sigue con fuerza en cualquier escenario.