Texas. - Texas ejecutó a un reo acusado de secuestrar, abusar y asesinar a una joven de 18 años en 2001.
Ramiro Gonzáles, de 41 años, había solicitado que se detuviera la ejecución, sin embargo, el estado no accedió.
Ayer miércoles recibió una inyección letal por la tarde, en una penitenciaría estatal en Huntsville por el asesinato de Bridget Townsend.
De acuerdo a medios de Estados Unidos, cuando la droga surtió efecto, respiró siete veces y luego emitió sonidos similares a ronquidos. En menos de un minuto, cesó todo movimiento. Fue declarado muerto a las 6:50 pm.
En 2022 la corte de Apelaciones Penales de Texas ordenó suspender su ejecución por un error en su condena. El hombre previamente había solicitado detener su muerte ya que deseaba ser donante vivo de riñones.
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Las últimas palabras de Ramiro Gonzáles
Antes de la inyección letal, Gonzales utilizó sus últimas palabras para pedir disculpas a los familiares de la víctima, Bridget Townsend, cuyos restos no fueron encontrados hasta más de un año después de que fuera reportada como desaparecida de su casa en el condado de Bandera en enero de 2001.
"No puedo expresar con palabras el dolor que les he causado, el daño, lo que les quité y que no puedo devolver. Espero que esta disculpa sea suficiente".
"Nunca dejé de rezar para que me perdonaran y que algún día tuviera esta oportunidad de disculparme. Les debo mi vida y espero que algún día me perdonen", añadió en sus declaraciones que concluyó anunciando que "estaba listo" para la inyección.
¿Qué hizo Ramiro Gonzáles?
En 2001 Gonzales secuestró a Townsend de una casa rural en el condado de Bandera, al noroeste de San Antonio. Posteriormente la llevó al rancho de su familia en el vecino condado de Medina, al oeste de San Antonio, donde la agredió sexualmente antes de matarla.
Mientras cumplía condena por una agresión no relacionada en 2002, Gonzales confesó la violación y el asesinato de Townsend y guio a la policía hasta sus restos.
En un comunicado el lunes, los abogados de Gonzales, Thea Posel y Raoul Schonemann, calificaron a su cliente como "un hombre que hoy es, en casi todos los sentidos, una persona diferente de la que era cuando mató a Bridget Townsend en 2001", cuando como la víctima tenía 18 años.