Monterrey.- Aunque se ostenta como “La Casa del Pueblo” e incluso se ha legislado sobre el derecho a la accesibilidad universal en los edificios públicos, el Congreso local queda a deber, ya que los ciudadanos con alguna discapacidad viven una complicada odisea al llegar al inmueble de Matamoros y Zaragoza.
Inaccesibilidad al Pleno, falta de líneas podotáctiles (relieves en el suelo para personas ciegas), falta de señalética con sistema Braille, ventanillas que no son accesibles para personas en silla de ruedas y no contar con un espacio apropiado para recibir a personas con discapacidad son algunas de las fallas señaladas por usuarios.
A esto se suman las interrupciones en el servicio de los elevadores, que obligan a los empleados y ciudadanos a subir por las escaleras y dejan atrapadas a las personas con problemas de desplazamiento.

Pese a que hay rampas, señalamientos, apenas cuentan con dos cajones preferenciales del estacionamiento, que no son suficientes, como se demostró durante el Onceavo Parlamento de la Juventud, cuando la triatleta Brenda Osnaya debió permanecer en los pasillos del Pleno sin poder subir a la tribuna, pues no hay espacio para una silla de ruedas.
Otra de las dificultades es que quienes busquen presentar alguna iniciativa tendrán que hacerlo con apoyo ante la altura que tiene la ventanilla de la Oficialía de Partes, aunado a que cuenta con los postes para delimitar el acceso a esa zona.
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Y si requieren acceder a alguno de los 11 pisos del Congreso deberán hacerlo esperando tener suerte de que los elevadores no fallen o estén en reparación.
A esto se le suma la falta de un espacio para recibir y atender a las personas con discapacidad que acuden al Palacio legislativo, ya que incluso se pudo observar que integrantes de esta población esperaban en las bancas al exterior del edificio, ante la negativa de los guardias y no tener espacios adecuados.
Enfrentar un mundo sufriendo con una limitación se vuelve más complicado cuando la infraestructura de espacios públicos parece enfocada a excluirlos, señaló el lunes pasado la señora Silvia Ramírez, quien por un accidente perdió su pierna.
“Nos traen de un lado a otro en busca de apoyo y al llegar aquí nada más nos apuntaron y dijeron que nos esperáramos aquí afuera, ya tenemos más de media hora y nadie viene ni nos dicen si nos van a atender.
“Ojalá y tuvieran algo de empatía con las personas discapacitadas, es lo que más se necesita”, señaló la residente del municipio de Monterrey.
Así mismo, Rebecca Mercado, de la colonia Vidriera, señaló que acudió a buscar apoyo entre los diputados, pero que la respuesta obtenida fue que “estaban sesionando” y que dejara sus datos para que ellos la contactaran luego, después de hacerla esperar al exterior casi una hora.
“Fui a las oficinas del Bienestar y me dijeron que no me podían ayudar, yo perdí el brazo y ahora no tengo trabajo, y me dicen que no soy apta para recibir algún apoyo, ya en la desesperación vine aquí, pero sólo me dijeron que ellos me hablaban; lo bueno es que no está lloviendo para esperarlos aquí afuera”, comentó durante su visita.