Monterrey. - En países de Centro y Sudamérica, el problema de la delincuencia a bordo de motocicletas tiene más de una década dándole dolores de cabeza a las autoridades.
Esta modalidad, que permite a los delincuentes actuar con rapidez y escapar entre el tráfico urbano, se ha convertido en una constante en ciudades densamente pobladas y con débiles estructuras de vigilancia.
Fue en Colombia donde comenzó a popularizarse este tipo de vehículo como herramienta para delinquir, aprovechando su bajo costo y la facilidad para desplazarse por ciudades caóticas como Bogotá.
Allí, ladrones y hasta sicarios encontraron en la motocicleta una forma eficaz de perpetrar crímenes y huir de la escena en segundos.
Ya en 2012, el uso de motos con fines delictivos se había disparado un 50%, y el término “parrillero”, en alusión al acompañante que ejecuta el asalto o asesinato, se volvió parte del léxico cotidiano de los ciudadanos y autoridades.
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Para enero de 2018, el fenómeno persistía y evolucionaba, en Medellín, y luego en otras capitales colombianas, donde en al menos cuatro de cada diez hurtos agravados, quien amenaza o agrede a la víctima es el pasajero de una moto.
En septiembre de 2024, cinco distritos de Perú, Independencia, Puente Piedra, Ancón, Comas y Santa Rosa implementaron ordenanzas que prohíben la circulación de dos adultos en una moto.
La decisión, que aún no ha sido formalizada a nivel nacional mediante decreto supremo del Ministerio de Transportes y Comunicaciones, busca frenar casos de extorsión y sicariato, muchas veces ejecutados por personas que se movilizan en vehículos menores.
Esta política se está extendiendo a otras regiones del país. El 18 de septiembre de 2024, la Municipalidad de Sullana, en el norte peruano, aprobó la Ordenanza Municipal N° 014-2024/MPS, que no solo prohíbe el traslado de dos personas en una motocicleta, sino que también restringe el uso de cascos cerrados o elementos que cubran el rostro del conductor.
Tan popular y reconocible se ha vuelto esta forma de delinquir, que el cantante panameño Rubén Blades la inmortalizó en su canción “Sicario”, donde detalla la operación de los asesinos a sueldo que actúan desde motocicletas.
El fenómeno, originado en ciudades colombianas, se ha extendido a países como Perú, Venezuela y buena parte de Centroamérica, mostrando un patrón transnacional que requiere respuestas coordinadas.
A medida que el caos vehicular urbano se convierte en un aliado inadvertido de la delincuencia, las autoridades enfrentan el reto de diseñar políticas públicas eficaces que equilibren el derecho a la movilidad con la necesidad urgente de seguridad ciudadana.
La motocicleta, símbolo de eficiencia para muchos trabajadores, también se ha vuelto una herramienta letal en manos del crimen organizado.
Medidas
Perú y Colombia:
- Se prohíbe que viajen dos adultos en moto
- Se prohíben cascos que oculten el rostro
Colombia:
- Se endurecen las multas a motociclistas
- Se endurecen las penas por delitos cometidos en motocicleta
Guatemala:
- Se obliga al uso de un chaleco que proporciona la autoridad, con el número de placa en la espalda y pecho.
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