Monterrey.- La noche del viernes, alrededor de las 19:00 horas un reporte sobre una familia asesinada al interior de un domicilio en el Barrio Antiguo paralizó a la ciudadanía al darse a conocer que dos de las víctimas serían niñas.
Vecinos del domicilio marcado con el número 737 de la calle General Francisco Naranjo, en el centro de Monterrey, reportaron olores fétidos que emanaban del departamento ubicado en el segundo piso, por lo que el rentero tras no recibir respuesta por parte de los habitantes procedió a ingresar a la vivienda, encontrando una escena desgarradora.
Los cuerpos de Juan Carlos Morales Vázquez, su esposa, Sandra y sus dos hijas Emily y Sharon, estas últimas de tan solo 2 y 4 años de edad, se encontraban sin vida en una de las habitaciones, con evidentes huellas de violencia producidas por arma blanca.
Al lugar llegaron elementos de la Policía Municipal de Monterrey, Agencia Estatal de Investigaciones, Guardia Nacional, personal del ICSP.
Esteban Cantú, director de la AEI, también arribó al lugar del crimen por lo impactante de las escenas del crimen.
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Un crimen violento que involucrara homicidio a menores de edad por arma blanca no conmocionaba a la ciudad desde el mes de marzo del 2006, cuando en la colonia Cumbres, Diego Santoy, quien ahora cumple una condena por doble homicidio en un Cereso estatal, terminó con la vida de los hermanos menores, de la que en ese tiempo era su pareja sentimental, Erika Peña Coss.
Y muchos años atrás, el histórico homicidio en el centro de la ciudad, en 1933, que ahora es una de las leyendas más famosas en Nuevo León, y todo México, el Crimen de la Casa de Aramberri, donde Antonia Lozano, de 54 años, y Florinda Montemayor, de 22, fueron asesinadas poco después de las 6 de la mañana en su hogar en la calle José Silvestre Aramberri, número 1026 Oriente.