España.- Una revisión científica realizada con una muestra de más de 1,3 millones de madres y recién nacidos de diferentes países del mundo que han vivido durante el embarazo desastres naturales como los temporales o huracanes, concluye que la exposición a ese estrés afecta al desarrollo cerebral de los recién nacidos.
Un estudio desarrollado por investigadores de la Universidad de Granada (UGR), al sur de España, ha determinado que los altos niveles de estrés experimentados por mujeres embarazadas que se enfrentan a este tipo de desastres aumentan el riesgo de alteraciones en el neurodesarrollo infantil.
La investigación, que publica la revista Behavioral Sciences, se basa en una muestra de más de 1,3 millones de madres y recién nacidos en diferentes países como Estados Unidos, China, Chile, Canadá, Australia e India.
Las conclusiones indican que la exposición materna a desastres naturales como las inundaciones de la semana pasada en España, en las que han muerto al menos 219 personas, se asocia a un peor desarrollo cerebral en los recién nacidos.
Para realizar este trabajo, un equipo del departamento de Enfermería de la UGR liderado por Rafael A. Caparros-Gonzalez ha revisado 1.971 estudios, de los cuales 30 cumplieron con los criterios de inclusión.
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"El período intrauterino es un momento de máxima vulnerabilidad para el desarrollo embrionario y fetal durante el que lo niveles de estrés materno están íntimamente relacionados con el desarrollo cerebral neonatal", explica Caparrós.
Según el estudio, el estrés psicológico materno durante el embarazo es capaz de atravesar la placenta y alcanzar al bebé que está formándose dentro del útero materno.
"El estrés psicológico materno puede alterar los niveles de diferentes componentes como la hormona del estrés cortisol, o de varios neurotransmisores como la dopamina, serotonina y noradrenalina, involucrados en el desarrollo y funcionamiento cerebral", añade Caparrós.
Entre los resultados encontrados destaca que la exposición materna a desastres naturales se asocia a una peor regulación emocional infantil, llegando a aparecer síntomas de ansiedad y depresión a la edad de 4 y 6 años, problemas de sueño, sintomatología compatible con trastornos por déficit de atención con hiperactividad y trastornos del espectro autista.
Además, aquellos bebés expuestos a desastres naturales antes de nacer tenían una peor puntuación en pruebas de vocabulario, lectura y matemáticas transcurridos entre 8 y 10 años de ese evento.