Monterrey.- Alrededor de los 50 años, el 50% de los hombres va a tener una alteración en la próstata y a los 80 años, ese porcentaje asciende al 80%.
Pero vale aclarar que no siempre esa alteración es debido al cáncer, pues también puede ser una hipertrofia prostática benigna, que dificulta su funcionamiento pero no tiene ninguna malignidad.
¿Qué es y para qué sirve la próstata?
La próstata es una glándula del aparato reproductor masculino ubicada en la pelvis, entre la vejiga y el esfínter urinario, por delante del recto.
Contiene células que producen parte del líquido seminal que protege y nutre a los espermatozoides, y con el paso de los años se va enfermando.
¿Cómo percatarse de un agrandamiento de la próstata?
Las manifestaciones más frecuentes son levantarse a la noche a orinar, disminución del calibre del chorro miccional, dificultad para iniciar la micción, aumento de la frecuencia miccional, sensación apremiante de ir al baño ante el deseo miccional y sensación de vejiga ocupada luego de orinar.
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La hipertrofia prostática benigna es una afección asociada al envejecimiento que comienza alrededor de los 40 años y que se caracteriza principalmente por cambios estructurales del órgano. Si bien no está relacionada con el cáncer de próstata, son dos enfermedades que pueden coexistir en el hombre.
¿Cómo diferenciar una hipertrofia de algo maligno?
Hay solamente dos formas: con el tacto rectal y el análisis del antígeno prostático específico, conocido como PSA.
Después de los 50 años el hombre debe consultar al urólogo y tener un especialista que le indique los controles de rutina y seguimiento de su salud prostática.
Cuando se detecta un tumor, en la mayoría de los casos los tratamientos son clínicos, aunque hay casos que pueden requerir cirugía.
Hoy en día existe la cirugía convencional y la mínimamente invasiva, que ya no trae ninguna de las conocidas complicaciones de una intervención tradicional.
En algunos casos se indica tratamiento con rayos, y en otros, se detecta un tumor maligno, pero éste es tan pequeño y de crecimiento tan lento que simplemente se indica observar en el tiempo.
Alimentación recomendada
Se recomienda comer crucíferas (col, coliflor, repollo, repollitos de Bruselas, nabo, brócoli), nueces y frutas secas, mientras que el licopeno, que está presente en el tomate y la sandía, también es muy beneficioso, además de ingerir poca carne roja y pocas grasas.