Nueva York.- La trágica caída de un helicóptero el pasado jueves en el río Hudson, en Nueva York, dejó seis personas muertas.
Entre ellas, la familia española compuesta por los ejecutivos Agustín Escobar y Mercè Camprubí, junto a sus tres hijos.
Pero también falleció Seankese Johnson, el piloto a cargo del vuelo, cuya historia personal y profesional merece ser contada.
Un nuevo comienzo en Nueva York
Seankese Johnson tenía 36 años y había llegado recientemente a Nueva York para iniciar “un nuevo capítulo en su vida”, como expresó su padre, Louis Johnson, al New York Times.
Pese a su breve paso por la ciudad, su trayectoria estaba marcada por la disciplina, el servicio y una profunda pasión por volar.
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De la Marina a los cielos
Originario de Chicago, Johnson obtuvo una licenciatura en Justicia Penal por la Universidad del Sur de Utah.
A partir de 2006 y durante más de una década, sirvió en la Marina de los Estados Unidos como contramaestre de aviación y artillero.
Su vocación de servicio se extendió también al ámbito civil: durante siete años fue instructor de tácticas defensivas en Gavin de Becker & Associates (GDBA), una firma especializada en seguridad.
Posteriormente, ejerció como entrenador personal para Retro Training, hasta que decidió perseguir su sueño de convertirse en piloto profesional.
Experiencia en incendios y vuelos turísticos
Aunque obtuvo su licencia de piloto de helicóptero en 2023, Johnson ya acumulaba experiencia de vuelo significativa.
Participó en operaciones de extinción de incendios en California, colaborando con Billings Flying Service de Montana, además de trabajar en proyectos agrícolas en Virginia.
En octubre, comenzó a trabajar como piloto turístico en Chicago, antes de mudarse a Nueva York para formar parte de New York Helicopters, empresa dedicada a vuelos panorámicos sobre la ciudad.
Una vida interrumpida por la tragedia
El accidente ocurrió mientras realizaba una excursión turística con la familia española a bordo.
Las investigaciones sobre las causas del siniestro siguen en curso. Johnson, cuya pasión por la aviación lo llevó a reinventarse, murió haciendo lo que amaba.
Aunque su esposa, Kathryn Johnson, había solicitado el divorcio en 2022, este aún no se había formalizado.
Su historia es la de un hombre que sirvió a su país, luchó por sus sueños y perdió la vida en el camino hacia ellos.
Su vida representa el valor del esfuerzo, la resiliencia y la pasión por volar. Un legado que no se olvida.