Estados Unidos.- Eugenia Cooney tiene 30 años y saltó a la fama en 2011 a través de la plataforma YouNow. Con el tiempo, migró a YouTube, donde hoy cuenta con más de 2.1 millones de suscriptores, y a TikTok, donde suma 2.7 millones de seguidores.
Su contenido gira en torno a tutoriales de maquillaje, moda alternativa, cosplays y el estilo emo-gótico.
A pesar de su éxito, su apariencia física ha sido tema de debate constante. En 2019, Eugenia reveló públicamente que padecía un trastorno alimenticio, anque desde años atrás, la gente ya notaba su enfermedad.
Sin embargo que lo dijera públicamente dio pie a múltiples campañas para cerrar o restringir su canal, argumentando que su figura podría influir negativamente en audiencias jóvenes.
El video que volvió a preocupar a millones
Durante un reciente tutorial en TikTok, Cooney comenzó aparentemente desorientada. A pesar de asegurar que estaba bien, en cuestión de minutos se desplomó en su sofá y tuvo arcadas, lo que alarmó a los espectadores.
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Al final de la transmisión confesó sentirse mal y culpó al estrés.
Las imágenes se viralizaron rápidamente. Comentarios como “me dio mucho miedo”, “es la peor que la he visto” o “todos sabemos lo que está pasando y es horrible” dominaron las redes.
Días después, el influencer Jeffree Star, cercano a Eugenia, reconoció que ella “claramente no estaba bien” y que el público no conocía la gravedad del asunto.
¿Qué ha dicho Eugenia Cooney tras la polémica?
Desde el incidente, Cooney se ha mantenido en silencio en sus plataformas. Aunque raramente habla sobre su cuerpo o dieta, la preocupación colectiva ha provocado nuevamente debates sobre los límites de las redes sociales y la responsabilidad de las plataformas al permitir contenido que puede influir negativamente en la salud mental y física de los usuarios.
Además, se han reactivado peticiones en Change.org para que se le impongan restricciones a sus canales o que busque ayuda profesional.
Un llamado de atención para la comunidad digital
Eugenia Cooney vive en Los Ángeles y, aunque ha construido una carrera exitosa como influencer, también se ha convertido en un caso que evidencia la delgada línea entre el contenido aspiracional y la salud mental.
Lo sucedido es un recordatorio de que detrás de cada influencer hay una persona real, y que la empatía y el acompañamiento profesional son necesarios, tanto para los creadores como para sus audiencias.
La salud mental debe ser una prioridad, incluso en el mundo digital. 