México.- El séptimo episodio de Chespirito: sin querer queriendo, estrenado el 17 de julio, marcó un punto de quiebre en la serie.
Por primera vez, la producción abordó uno de los episodios más delicados en la vida de Roberto Gómez Bolaños: su infidelidad hacia su entonces esposa, Graciela Fernández, con Florinda Meza.
El capítulo ha provocado una oleada de reacciones divididas, tanto entre los fanáticos como dentro de la propia familia del comediante.
La escena que expone el inicio del romance
En el episodio, se muestra cómo, durante una gira en Chile, Roberto (interpretado por Pablo Cruz Guerrero) comienza a acercarse a Florinda.
Aunque sigue casado, la relación con Graciela ya se muestra desgastada. El momento clave ocurre en el bar del hotel, donde él y Florinda se quedan solos bailando, y ella le propone que se besen.
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Esta escena marca el inicio de un romance que, con el tiempo, se consolidaría como una de las parejas más conocidas de la televisión mexicana, pero cuyo origen fue controvertido.
“Fue una decisión difícil”: Roberto Gómez Fernández habla del tema
En entrevista con Álvaro Cueva, el productor de la serie e hijo de Chespirito, Roberto Gómez Fernández, reveló que la decisión de incluir este episodio no fue sencilla.
“Hubo mucha discusión en la familia sobre si contar o no esa parte. Finalmente, se decidió hacerlo porque fue un evento importante en su vida”, explicó.
Agregó que aunque sabían que generaría controversia, apostaron por una narrativa honesta, sin suavizar los matices de la historia.
“Queríamos que fuera un evento importante, pero no imaginamos el nivel de impacto que tendría”, confesó.
Una serie que apuesta por lo real, no lo idealizado
Lejos de construir una imagen perfecta de Gómez Bolaños, la serie ha optado por mostrarlo como un personaje complejo, con luces y sombras.
El romance con Florinda Meza (que años después se convertiría en su esposa) fue un punto de quiebre no solo en su vida personal, sino también dentro del universo que él mismo creó.
Al presentar este capítulo, Chespirito: sin querer queriendo deja claro que no busca proteger legados, sino contar una historia humana y real.
Y si bien eso ha generado incomodidad, también ha abierto la conversación sobre cómo contar la verdad detrás de las figuras públicas que marcaron a generaciones.