Nuevo León.- Para los regios, el cabrito no es solo comida: es identidad, tradición y hasta motivo de orgullo. Sin embargo, ¿alguna vez te has preguntado por qué en Nuevo León comen cabrito y no otro tipo de carne?
La respuesta no solo está en el sabor, sino en una historia que mezcla herencia española, adaptación al clima árido y un ingenio culinario que marcó a generaciones.
El cabrito: Un platillo de origen judío
La historia del cabrito se remonta a más de 450 años durante la época del Virreinato cuando los primeros pobladores de Monterrey eran en su mayoría de origen judío. Aunque su tradiciones se apegaban a los principios católicos hubo algunas de tipo culinario que destacó en la región como el consumo del cabrito.
El cabrito formaba parte de la alimentación básica de los judíos, junto a otras carnes como la de borrego y cordero, las cuales eran tradicionalmente cocinadas al carbón de mezquite y especias como orégano y tomillo, cuyas hierbas también fueron implementadas por ellos.
Sumado a esto, el cabrito se volvió un ícono de la región de Nuevo León por ser una tierra apta para criar este tipo de ganado.
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De tradición hogareña a platillo de alta cocina
Con el paso de los años, la fusión cultural y gastronómica evolucionó a la manera en que ahora se consume el cabrito en Monterrey. Mientras en sus inicios se comía durante una ceremonia hogareña en la actualidad es catalogado como uno de los platillos más caros que se ofrecen en restaurantes.
El platillo individual de cabrito puede rondar entre los 400 pesos o más, dependiendo la preparación y acompañamientos de la comida.
Las diferentes formas de disfrutar el cabrito en NL
Hoy en día este alimento se cocina de varias formas desde tradicional cabrito asado hasta cabrito cocinado en salsa.
Cabrito al pastor: Esta es la preparación más icónica de Nuevo León. El cabrito se abre a la mitad y se cocina lentamente en las brasas de carbón o leña de mezquite, de manera que la carne quede suave por dentro y la piel crujiente por fuera. Es un proceso que toma varias horas, permitiendo que los jugos de la carne se concentren y el sabor a ahumado se impregne profundamente. Se sirve tradicionalmente con tortillas de harina, guacamole, cebolla y salsas.
Cabrito al horno: Este método produce una carne extremadamente tierna y jugosa, que se desprende del hueso con facilidad. Aunque menos popular que el cabrito al pastor en los restaurantes, es una forma muy común en los hogares de la región.
Cabrito en fritada: Este platillo es un guiso espeso y rico, considerado por muchos como un manjar. Se cocina con la sangre del cabrito, sus vísceras (tripas, hígado y corazón) y se condimenta con especias como ajo, cebolla y chile. La fritada se cuece a fuego lento hasta que se convierte en una salsa intensa y sabrosa. Es un platillo que demuestra la tradición de no desperdiciar ninguna parte del animal.
Cabrito en salsa: Esta preparación consiste en estofar trozos de cabrito en una salsa de chiles secos, como guajillo o ancho, y otras especias. El resultado es un guiso con un sabor profundo y complejo, ideal para servir en tacos o con arroz y frijoles.