Ciudad Victoria. – La Asociación Tamaulipeca de Antigüedades y Coleccionistas registró el extraño avistamiento de un ejemplar de xoloitzcuintle en brechas de la Sierra de Soto La Marina, Tamaulipas.
El organismo narró que, al estar caminando por estas zonas rodeadas de vegetación, se toparon con el perrito que parecía no tener dueño.
Su sorpresa fue mayor cuando entrevistaron a habitantes de esta comunidad, quienes les dijeron que podrían ser hasta cuatro xolos cuya llegada ha sido un misterio.
“Nos encontramos un xoloitzcuintle. Al estar caminando por las brechas ejidales nos topamos con este peculiar canino de una raza tan imponente, hermosa y misteriosa. Los ejidatarios nos dicen que nunca habían visto a un perro con esas características a los ellos lo llamaron ‘los perros pelones’”, compartieron.
“Más impresionante es saber que dicen haber visto como tres o cuatro de esos animalitos. Dicen los ejidatarios que nadie sabe cómo llegaron a este lugar o de dónde vienen”, informaron.
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La asociación comentó que observar a un xoloitzcuintle es una experiencia muy agradable, ya que se trata de un animal que, además de ser bello, protagoniza leyendas sobre el inframundo.
“En lo personal, observar uno tan de cerca es algo tan increíble, te llena de asombro y tranquilidad, muestran una belleza y pureza únicas. Tal vez por eso tienen tantas leyendas, misterios e historias en la cultura e historia mexicana”, puntualizó.
¿Qué leyendas giran en torno a los xoloitzcuintles?
El xoloitzcuintle, una raza de perro nativa de México, está profundamente arraigado en la mitología y las leyendas prehispánicas, especialmente las de la cultura azteca.
Su papel más destacado y el más conocido está relacionado con la muerte y el inframundo.
Los aztecas creían que cuando una persona moría, su alma debía emprender un largo y peligroso viaje a través de los nueve niveles del Mictlán, el reino de los muertos, gobernado por el dios Mictlantecuhtli y la diosa Mictecacíhuatl.
El alma necesitaba la ayuda de un guía para cruzar el último obstáculo, un caudaloso y profundo río llamado Apanohuayan. El xoloitzcuintle, creado por el dios Xólotl (el dios del atardecer, la muerte y el inframundo), era el único capaz de ayudar al alma.
Se creía que el perro llevaba el alma del difunto sobre su lomo para cruzar el río y llegar a su destino final. Por esta razón, era común que se sacrificara y se enterrara a un xoloitzcuintle junto a su dueño para que lo acompañara en su travesía.