Monterrey.- A pesar de que el mural en memoria de las víctimas del huracán Gilberto fue cercado desde hace un año, sobrevivientes de la tragedia anunciaron que este próximo miércoles acudirán al lugar para colocar una ofrenda floral, aunque ahora solo podrán hacerlo en la malla que cubre el espacio.
El sitio, ubicado sobre la avenida Morones Prieto a la altura de la calle Monte Palatino, fue creado como altar en honor a quienes murieron durante el paso del fenómeno natural en 1988.
Con el tiempo, se convirtió en punto de reunión para familiares y sobrevivientes, como aquel hombre que recuerda cómo logró salvar su vida gracias al comandante César Cortés, jefe del grupo “Cobra” de la Policía Judicial de Nuevo León, quien falleció durante labores de rescate.
El sobreviviente lamentó que, al acudir recientemente al mural, ya no pudo acceder al espacio.
“Desafortunadamente ya nos cercaron el área. He andado localizando quién es el dueño, quién fue el que cercó, ya pregunté en el municipio de San Pedro y no tienen injerencia; en Desarrollo Urbano tampoco hay registro de la propiedad; el Registro Civil está pendiente porque está caído el sistema”, expresó.
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Pese a ello, confirmó que asistirá a rendir homenaje.
“La invitación está hecha, como todos los años. Al que guste acompañarnos, va a ser bien recibido”, avisó.
Se ha especulado que el terreno pudo haber sido cercado para destinarlo a estacionamiento, hecho que ha generado inconformidad entre quienes cada año recuerdan a las víctimas del huracán más devastador en la historia de Nuevo León.
El 17 de septiembre es recordado como una de las fechas más dolorosas en la historia de Monterrey. En 1988, el huracán Gilberto, conocido como “el huracán del siglo”, dejó a su paso más de 200 muertos de manera oficial —aunque estimaciones hablan de más de 2 mil—, 300 mil damnificados y pérdidas materiales que ascendieron a 200 millones de pesos.
Aunque Gilberto tocó tierra como categoría 5 en la península de Yucatán, llegó a Nuevo León degradado a tormenta tropical, con vientos de 100 km/h, pero con lluvias torrenciales que se extendieron por más de 20 horas. El río Santa Catarina se desbordó en su totalidad, arrasando con todo a su paso. La ciudad quedó incomunicada, sin electricidad, agua potable ni líneas telefónicas.
La Organización Meteorológica Mundial lo declaró el ciclón tropical más devastador del Atlántico en el siglo XX.
A lo largo de los años, las memorias de ese día permanecen latentes en quienes lo vivieron. Usuarios en redes sociales recuerdan lo que vivieron con la llegada del huracán.
“Yo estaba embarazada. Me faltaba un mes para aliviarme. Mi primer hijo nació en octubre 31 del 1988”, relató Dolores Pecina.
“Yo me fui a ver en Morones Prieto, Palacio Federal en Guadalupe, casi me voy al agua, se cayó pavimento por Morones, me di vuelta y en contra para atrás con mi Ford 65”, compartió Gregorio Alanís.
Hoy, a 37 años de la catástrofe, sobrevivientes y familiares de víctimas buscan mantener viva la memoria de quienes murieron, aunque las barreras físicas intenten limitar su derecho a recordar.