Ciudad del Vaticano.- Mientras continúa el cónclave en el Vaticano y se espera la elección de un nuevo Papa tras la primera votación en la que el humo negro indicó que no hubo acuerdo, el nombre de Matteo Zuppi ha comenzado a sonar con fuerza entre los posibles sucesores del papa Francisco.
Zuppi, de 69 años, es actualmente arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana.
Conocido por su estilo pastoral cercano, su compromiso con los sectores más vulnerables y su habilidad como mediador en conflictos internacionales, el cardenal romano representa una figura de equilibrio dentro de la Iglesia Católica.
Nacido en Roma en 1955, desde joven, Zuppi se involucró en causas sociales a través de la Comunidad de Sant’Egidio, una organización laica con sede en Roma que trabaja con personas en situación de vulnerabilidad y tiene una fuerte vocación por la paz y la mediación internacional.
Allí, el cardenal desarrolló una profunda sensibilidad por acompañar a personas marginadas: migrantes, enfermos, presos, personas sin hogar y niños en situación de pobreza.
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Fue ordenado sacerdote en 1981 y tiene estudios en Letras, Filosofía e Historia del Cristianismo por la Universidad La Sapienza. A lo largo de su carrera en la Iglesia, ha ocupado cargos como párroco, rector, prefecto y miembro del consejo presbiteral.
Comenzó a destacar cuando fue nombrado obispo auxiliar de Roma en 2012. Tres años después, en 2015, fue designado arzobispo de Bolonia, y en 2019 fue creado cardenal por el Papa Francisco, quien valoró su enfoque pastoral, empático e inclusivo.
En 2022 asumió como presidente del episcopado italiano y también formó parte de importantes organismos vaticanos como el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral y la administración del patrimonio de la Santa Sede.
Zuppi ha sido reconocido por su papel como mediador en negociaciones de paz. A comienzos de los años 90 participó en los diálogos que pusieron fin a la guerra civil en Mozambique, y desde entonces ha sido convocado en otros conflictos como los de Burundi, Kosovo, Cuba y, más recientemente, Ucrania.