Don Eugenio Garza Sada, el legado histórico

Emprendedor nato, el regiomontano creó un emporio de compañías que perfiló en NL la idiosincracia de la clase empresarial.

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Monterrey.-  La habilidad para los negocios de Eugenio Garza Sada lo llevó a convertirse en uno de los empresarios más importantes de México, y pieza clave para el desarrollo industrial y educativo del país.

En 1917 comenzó a trabajar en la Cervecería Cuauhtémoc, marcando el inició de sus más de 40 años de trayectoria. Estableció la empresa Hojalata y Lámina S.A. (Hylsa) en 1943, con la finalidad de procesar acero para las corcholatas de sus envases de cerveza, pues la Segunda Guerra Mundial hizo que escaseara este metal.

En ese mismo año, un seis de septiembre, se concretó la fundación del Tecnológico de Monterrey, en una casona ubicada en la calle Abasolo, en el centro de la ciudad, con 350 alumnos y 14 profesores de tiempo completo.

Hoy, a 80 años, el Tec tiene más de 90 mil alumnos. Además, invirtió en medios de comunicación en la Editora El Sol, y ayudó a la creación en 1938 del periódico El Norte.

En 1957 creó en Monterrey la Colonia Cuauhtémoc, donde financió casas a sus trabajadores, idea que después el gobierno federal tomaría para crear el Infonavit.

En 1965, al frente del Grupo Monterrey, inaugura la estación XET-TV en Monterrey, y fue cofundador de la cadena Televisión Independiente de México, mejor conocido como canal 8, que por presiones del gobierno federal se fusionó en 1968 con Telesistema Mexicano para formar Televisa.

Para el inicio de los años 1970, el holding familiar Valores Industriales, S. A. de C. V. (VISA) había crecido bajo la dirección de los hermanos Garza Sada y contaba ya con 90 empresas, las cuales daban empleo a más de 33 mil trabajadores. De acuerdo con el académico y periodista Jorge del Bosque, Garza Sada se distinguía por su compromiso con la comunidad.

“Hablar de don Eugenio es muy fácil, imitar lo que él hizo es difícil. Don Eugenio iba adelantado a su tiempo”, indicó.

Fue un hombre reservado, austero y sencillo, que, a diferencia de los empresarios de su época, concebía a la empresa como un factor que debe beneficiar a la sociedad.