Acapulco.- Ramón estuvo los dos días posteriores al paso del devastador huracán Otis encerrado en un casillero bajo los escombros de su propia casa en Acapulco y bebiendo agua a través de una manta encharcada hasta que su hija lo encontró.
Ahora, al cumplirse cinco semanas del azote del ciclón, como muchos de sus paisanos, pide al Gobierno mexicano que no los defraude para que puedan salir adelante.
“Yo perdí mi casa. (Se cayó) El techo, las paredes de mi cocina, y yo, al ver que todo estaba volando, me refugié en unos bloques que tengo ahí de concreto. Gracias a Dios, ahorita estoy contando esta historia”, dijo en una entrevista con EFE Ramón Magaña.
Ramón estaba solo en su casa la madrugada del 25 de octubre y al notar que su vivienda no iba a resistir se metió dentro de un casillero justo a tiempo, pero después no pudo salir del lugar debido a la presión que los escombros ejercían sobre el mueble.
Después de dos días, su hija logró llegar a su casa para buscarlo. Fue entonces cuando él fue consciente no solo de que su casa había quedado inhabitable, sino también de que había perdido a seis miembros de su familia. Su cuñada, dos de sus sobrinas y tres hijos de sus sobrinas, de 7, 13 y 16 años de edad.
Te podría interesar
“Todos murieron abrazados. La verdad fue algo trágico y doloroso, la familia no lo supera porque es un dolor muy fuerte perder a seis familiares”, sentenció el hombre.
Sin embargo, Ramón regresó apenas unos días después a su puesto de trabajo en un restaurante de primera línea de playa y se considera afortunado de ello, ya que muchos otros restaurantes todavía no regresan a la actividad dados los destrozos.
“Yo me incorporé al restaurante y, claro, dice el dicho: la vida tiene que continuar. Y el trabajo es algo que te ayuda a poderte olvidar un poco de los problemas”, dijo.
Además, la búsqueda de personas en la zona fue lenta por lo impredecible de la fuerza del huracán y la maquinaria no es suficiente. A día de hoy, más de un mes después de los hechos, permanecen cuerpos bajo los escombros.